Bienvenido de nuevo a mis mareas internas

Se me ha reabierto la herida de repente. Y sangra, sangra mientras veo el paisaje pasar desde dentro del tren. Agridulce vuelta a casa. Agridulce sin tí. Sin un nosotros.

Te pienso demasiado, y me culpo, por lo que pasó y lo que no, por lo que podría haber sido. Y luego me culpo por culparme. Entro en un ciclo del que me gusta salir sonriendo, porque es más fácil que admitir la realidad.

Que te quiero, te echo de menos, y que me he perdido en otros brazos buscando algo de los tuyos. Tu forma de tocar, de sentir, de sentirnos. Pero es estúpido. Recuerdo cómo me mirabas, como si fuera lo más bonito que hay, como si fuera un respiro de toda la mierda de este mundo, y sé que nunca nadie me mirará así. Nunca.  

Te escribo, como escribí sobre el torrente de emociones que sentí cuando te conocí. Te escribo textos que nunca leerás, porque es mejor así. Te escribo por coserme poco a poco la herida, por lamerme las cicatrices, hasta que de dentro a fuera, las mareas internas de mi interior vuelvan a la calma.

Ya te iré contando qué tal

Hasta pronto,

A.



Cuatro años después, me encuentro en un momento vital en el que me brotan las palabras solas. A ratos. A malos ratos normalmente. Es por eso que he vuelto. Por y para mí. Como siempre fue y será.

Bienvenidos de nuevo a mis mareas internas.




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